Finalizó anoche la final por la Stanley Cup con la victoria de unos Chicago Blackhawks que se hacen con su tercera copa en seis años, hecho que, para muchos, incluido el comisionado de la NHL Gary Bettman, les convierte en la primera dinastía del siglo XXI.
El equipo capitaneado por Jonathan Toews cerró en 6 partidos la serie final contra unos Tampa Bay Lightning mermadísimos por las lesiones pero que, a pesar de esto, fueron unos rivales dignos y ofrecieron un espectáculo sobre el hielo admirable. La experiencia y un tono físico superior de Chicago acabaron decantando esta eliminatoria decisiva.
Chicago se impuso por 2 goles a 0 en un partido loco que, de no ser por los porteros, podría haber acabado con un resultado mucho más abultado, tanto para unos como para otros. Corey Crawford volvió a reivindicarse como uno de los porteros más infravalorados de esta competición con un shutout en el partido clave y, tal y como ocurriera en los dos últimos playoffs conquistados por los Blackhawks, las líneas secundarias dieron otro recital para resaltar la importancia de tener una buena profundidad de plantilla para ganar la Stanley Cup. Además, Patrick Kane, quien posiblemente sea el jugador más determinante en post-temporada de toda la NHL, dio su habitual puntilla al rival con el definitivo 2-0.
Como manda la tradición, antes de la entrega de la Stanley Cup al capitán del equipo, Bettman anunció el ganador del Conn Smythe Trophy, galardón al mejor jugador de los Playoffs, que este año fue para el defensa Duncan Keith, quien en la final dio recital tras recital. Suyo fue el gol que abrió el marcador en este sexto partido, hecho que provocó que en la redes sociales todos dieran por hecho que el Conn Smythe no podía tener otro dueño que no fuera Keith.
Otra de las grandes imágenes de esta final fue la que dejó el veterano Kimmo Timonen. El defensa finlandés fue traspasado en el deadline por los Flyers a Chicago para que el jugador intentara un último asalto a una Stanley Cup que se le resistía tras 16 años en activo en la NHL. Su caso llamó la atención de todos, pues el pasado verano parecía estar condenado a la retirada tras sufrir serios problemas de salud. Sin jugar un solo partido durante toda la temporada, Timonen llegó a los Blackhawks, participó en varios partidos con el equipo y, al fin, levantó su primera Stanley Cup. Jonathan Toews, capitán, no dudó en llamarle para que fuera él quien alzara el trofeo inmediatamente después.
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