Por segunda vez en tres años Metallurg Magnitogorsk conquistan la Gagarin Cup para proclamarse campeones de la KHL. Tal y como ocurriera en 2014, la final tuvo que decidirse en el séptimo y último partido.
Metallurg y CSKA se plantaron en la final con relativa comodidad. Los campeones tuvieron algunos problemas en la primera ronda ante unos combativos Avtomobilist (4-2) pero las eliminatorias contra Sibir y Salavat Yulaev tan sólo alcanzaron el quinto partido. El camino de CSKA fue incluso más placentero, puesto que Torpedo fue el único equipo capaz de ganarles 1 partido. La primera ronda frente a Slovan Bratislava y la final de conferencia contra SKA fueron barridas con una superioridad notable que colocó a los de Radulov como favoritos para el título.
Ese papel de favoritos se cumpliría en el primer partido, disputado en Moscú, con un 5-1 a favor de CSKA que además hizo que nos preguntáramos si Metallurg estaban realmente preparados para hacerles frente. El segundo partido despejó todas las dudas y con el 1-2 la serie viajaba empatada a Magnitogorsk. A partir de aquí veríamos los encuentros más igualados de toda la post-temporada. Un gol de Stephane Da Costa en la prórroga volvió a poner por delante a los moscovitas pero el solitario gol Tomas Filippi en el cuarto partido devolvió la igualdad a la serie. Un doblete de Sergei Mozyakin, capitán de Metallurg, desató las alarmas en CSKA, que tendrían que regresar a Magnitogorsk con la obligación de ganar para llevar la final al séptimo partido. Y así fue, también en la prórroga y con Mikhail Yunkov como héroe.
Curiosamente, este séptimo y último partido iba a ser el más desigual de todos, con la excepción del primer encuentro. Los esfuerzos que Ilya Sorokin y Vasily Koshechkin realizaban en cada choque eran similares y las estrellas de ambos equipos se dejaban ver a partes iguales, aunque podríamos decir que sólo Mozyakin acabaría teniendo una influencia sobre el resultado final más destacada que otros como Radulov, Da Costa, Zaripov, Semin o Platt.
El partido fue en casi todo momento un monólogo de CSKA. La zona neutral estuvo totalmente dominada por los locales y Koshechkin tuvo que emplearse a fondo en varias ocasiones para mantener un empate a cero que, sorprendentemente, rompería Yevgeni Timkin tras plantarse solo ante Koshechkin después de un maravilloso pase de Chris Lee. El 0-1 se mantuvo hasta que CSKA por fin pudo batir el muro defensivo con el que los pupilos de Ilya Borobyov trataban de resistir el acoso y derribo al que les tenían sometidos los moscovitas. Maxim Mamin puso las tablas pero a falta de 1 minuto para volver a los vestuarios, Chris Lee volcaba un enorme jarro de agua fría sobre CSKA con su gol. En ese momento el contador de disparos a portería estaba en 26 y 11, pero el luminoso lucía un sorprendente 1-2.
CSKA, contra las cuerdas, volvió a intentarlo, pero el cansancio era evidente y Metallurg, a medida que se acercaba el final, se sentía más cómodo sobre el hielo. Sin errores, sin mostrar nerviosismo alguno, Magnitka mantuvo la ventaja y a puerta vacía Timkin sentenciaba la final y daba a los suyos la Gagarin Cup.
Mucho se habla del fracaso de CSKA tras una importante inversión económica, pero no hay que olvidar que delante tenían a otra de las grandes potencias del hockey ruso. Una plantilla con integrantes como Chris Lee, Jan Kovar, Sergei Mozyakin, Oskar Osala, Alexander Semin, Wojtek Wolski y Danis Zaripov también necesita una buena cantidad de recursos, si bien han dado frutos.
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