El caso de los Edmonton Oilers es digno de análisis. Desde aquella final que perdieron en 2006 contra Carolina Hurricanes, el camino de la franquicia que dominó la NHL con Gretzky, Kurri, Tikkanen, Messier, Fuhr y compañía ha sigo cuesta abajo y sin frenos.
Con la derrota sufrida en su último encuentro frente a Colorado Avalanche, los Oilers quedan oficialmente eliminados de la lucha por los Playoffs, si bien sabemos desde hace un par de meses que esa opción era más bien remota, coincidiendo con el resurgir de San Jose y, sobre todo, Anaheim Ducks.
Son ya 9 temporadas sin los Edmonton Oilers en los Playoffs, cifra que iguala el récord de Florida Panthers de temporadas consecutivas con vacaciones anticipadas. Ni Connor McDavid, que luchará por el Calder Trophy como rookie del año, ha sido capaz de redirigir el rumbo de una franquicia que ha arrastrado una gestión pésima, tanto en las oficinas como en el banquillo.
La llegada de Peter Chiarelli como General Manager y Todd McLellan como entrenador arrojó algo de luz al proyecto e ilusionó a una afición tan desquiciada como leal, que sigue llenando el Rexall Place a pesar de que su equipo no muestra ningún síntoma de mejora. A pesar de todo, los resultados siguen sin llegar. McDavid será una superestrella, Hall es un magnífico jugador que cumple, pero Eberle sigue visitando la enfermería con demasiada frecuencia y Ryan Nugent-Hopkins y Nail Yakupov, sobre todo el ruso, ilusionan cada vez menos. A eso le añadimos los contratos exagerados que consiguieron Sekera, Nikitin y Pouliot en la agencia libre.
Ya eliminados, los Oilers tendrán la oportunidad de hacerse con otro gran prospect en el Draft. Quién sabe si otra 1ª elección si la “lotería” les vuelve a sonreír. Más allá del Draft, a Chiarelli le espera un verano cargado de trabajo y de hecho se esperan movimientos vía trade y agencia libre. Un deja-vu, otro más, para volver a repetir que la próxima temporada sí será la buena.
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