El himno canadiense en EE.UU.

Al igual que en el resto de ligas norteamericanas, el himno antes del comienzo del encuentro es una de las tradiciones más arraigadas en la NHL. Lo habitual es que suenen aquellos de los países a los que perteneces los equipos que van a disputar el partido, empezando por el visitante y terminando por el local.

Hasta ahí nada extraño, si bien es cierto que sus variantes en ejecución a lo largo de los años ha dado lugar a todo tipo de eventualidades. Algunas incluso bastante cómicas, como por ejemplo la del célebre Mark Donnelly, conocido por ser precisamente el cantante oficial en los partidos de los Vancouver Canucks, que tuvo la idea de cantarlo sobre patines en un partido de la BCHL (liga de tipo junior A en la Columbia Británica canadiense). La dificultad residía en que escurecieron el estadio y lo estaban enfocando mientras cantaba, y no percató de que estaba acercándose peligrosamente a la zona donde ponen la alfombra (precisamente para evitar que la gente en zapatos se deslice). Resultado: se la tragó entera.

Donnelly sin embargo, como experimentado profesional que es, no tuvo mayor apuro en levantarse y seguir cantándolo. E incluso unos días después, ya en el Rogers Centre de Vancouver, restó importancia al asunto colgándose los patines al cuello (lo normal es no llevar nada).

Crédito de la imagen: David Bastl / TSN

Este tipo de circunstancias cómicas aparte, lo cierto es que en Pittsburgh (Pennsylvania, EE.UU.) se saltaron también el protocolo, pero por razones muy diferentes. Como imagino que ya sabréis, hubo un atentado contra el parlamento canadiense en Ottawa, su capital. Esto implicó que la ciudad fue paralizada durante varias horas, y la liga optó por cancelar el encuentro entre los Toronto Maple Leafs y los Ottawa Senators que estaba planeado para esa misma tarde.

A muchos kilómetros de distancia, los Pittsburgh Penguins recibían también esa tarde a los Philadelphia Flyers. Lo usual habría sido que sonara solamente el himno estadounidense, ya que ambas escuadras son de allí, pero como homenaje se decidió que sonara primero el canadiense. Pusieron la letra en los monitores, y muchos aficionados americanos se lanzaron a cantarlo. Un muy bonito gesto que ejemplifica la unión que el hockey ha creado entre estas dos naciones.