Con apenas 14 años jugó su primer partido en J20 SuperElit con Malmö, Con 16, debutó en Elitserien con Timrå, equipo al que se marchó para estar con su hermano, que jugaba en el mismo equipo. Con esa misma edad, se convirtió en el jugador más joven en debutar con Suecia en un Mundial Junior. Acostumbrado siempre a vivir ascensos vertiginosos, la carrera de Magnus Pääjarvi parece que ha tomado una pequeña parada, que esperemos no sea mucho más larga.
El nombre de moda en Edmonton ahora mismo es Nail Yakupov. Se ha convertido en el tercer número uno consecutivo de los Oilers junto a Taylor Hall y Ryan Nugent Hopkins, y compone junto al canadiense Jordan Eberle uno de los ataques más prometedores de toda la NHL. Hasta ahí no hay ningún problema, es lo más normal. Pero entre toda esta vorágine de nombres de moda y talentos descomunales, da la impresión que se ha perdido un chaval sueco que con apenas 21 años se dispone a empezar su tercera temporada entre profesionales. ¿Qué ha sido del joven Magnus Pääjarvi? ¿Cómo hemos llegado al olvido tan pronto?
Una juventud llena de éxitos y reconocimientos individuales que parecen no haberse trasladado con demasiada facilidad a Canadá, y por ende a la competición profesional americana. Nos basta un breve repaso para conocer la magnitud de ilusión que generaba Magnus Pääjarvi-Svensson a su llegada. Más tarde acortaría su nombre, pero eso es harina de otro costal. Con 14 años, Malmö le permitió debutar en J20 SuperElit, estableciéndose como regular a la temporada siguiente. Pasó después a Timrå, donde su hermano Björn jugaba para el primer equipo, y fue aquí donde, con 16 años, y después de sumar 22 puntos en 18 encuentros con el Timrå J20, pasó a formar parte del grupo de Elitserien, donde jugó 35 partidos anotando tres puntos. Con poco más de 16 años ya estaba establecido en profesionales.
Las cosas también le marchaban muy bien como Internacional sueco. En el Mundial Junior de 2008, disputado en Pardubice, ciudad de la República Checa, Magnus se convirtió en el jugador más joven en disputar este evento con Suecia, a la edad de 16 años y ocho meses. Desde entonces, tres ediciones del Mundial Junior seguidas, consiguiendo dos platas en 2008 y 2009 en Ottawa. Más tarde conseguiría un bronce en 2010, que alternaría con su primera participación en un Mundial Senior, pero de momento quedémonos en 2009.
Tocaba dar el siguiente paso, pues el mundo ya conocía el talento presente. Magnus se presentaba como el segundo mejor jugador procedente de Europa, en la que probablemente sea una de las promociones más fuertes que ha presentado Suecia en los últimos años, pues el Central Scouting Bureau había alineado a ocho suecos como los ocho baluartes principales de la promoción, además de Robin Lehner como mejor portero desde Europa. Solo Victor Hedman estaba por delante de él, aunque el día del Draft, Oliver Ekman-Larsson salió por delante de él. Edmonton, que había escogido el año anterior a Jordan Eberle, se hacía con otro fenómeno del WJC con la décima selección.
34 puntos en 80 partidos, esa fue su tarjeta de presentación en NHL. No es brillante, pero para un chaval de su edad en un equipo con una dinámica muy negativa, no es en absoluto una mala cifra, sino algo para invitar al optimismo y a la mejoría. Las cosas no fueron a mejor como se esperaba, y Magnus Pääjarvi alternó su siguiente año entre NHL y AHL. El problema es que, si en NHL las cosas no acababan de arrancar, en AHL parecía que tampoco daba el rendimiento que se esperaba, firmando buenos números pero sin impresionar al gran público.
Se le achaca una falta de atrevimiento ofensivo, no solo por la producción de puntos, sino por el hecho que no tiene tendencia a acabar con remate a portería sus acciones ofensivas, lo que merma bastante su aportación estadística y por ende, su relevancia para el mundo. Si bien su manejo es excelente, no ha acabado de desarrollar una visión de juego que le permita aprovechar esta capacidad. Y no estamos hablando de un jugador con mal pase, ni mucho menos, pues una de sus mayores capacidades es la de poder proporcionar a sus compañeros buenas situaciones. Tuvo la oportunidad en Edmonton de formar buena química con Anton Lander, compartiendo línea ofensiva, pero no acabaron de dar el rendimiento esperado.
Se habla de un jugador cumplidor, fuerte y comprometido en defensa, con el juego del equipo. Pero eso parece muy poco para un jugador del que tanto se esperaba. Tiene un año donde debe reivindicarse, porque ya no es un chaval de primer año, sino un jugador que ya ha vivido la cara mala de la competición, la parte de la película donde no tienes estabilidad, donde tu equipo no vence, donde tu entrenador no te encuentra sitio, donde cada día aparecen nuevos jugadores que parecen contar más en los planes de todo el mundo. Es hora de demostrar que es una alternativa muy válida al ataque, pero para ello debe atreverse más, sacar ese descaro que le llevó a subir escalones tan rápido y que le hicieron estar en la cresta de la ola. No conformarse con haber llegado, sino con destacar y estar entre los importantes. Un capítulo más de una carrera que ha subido un nivel de dificultad y a la que se debe plantar cara.
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